informArte//:Jóvenes por un Sáhara libre

Siempre he considerado que ser joven implica en cierta medida rebelarse ante lo establecido, cuestionar las certezas y valores de los adultos, del poder dominante.
A través de una mirada con menos condicionantes, de una mayor libertad de acción, descubrir los errores del mundo que han erigido los mayores y buscar mejorarlo.
En este sentido, podría afirmar que la juventud no sólo responde a la edad, sino a una cierta postura ante de la vida, una voluntad irrenunciable por querer cambiar la realidad.
Lo que en un orden tan desigual y violento como el que nos ha tocado a escala planetaria, no deja de ser un imperativo moral.
Jóvenes que no lo son
Por esta razón, me decepciona encontrarme a diario con jóvenes que lo son en apariencia, pero no en esencia o compromiso.
Jóvenes desinteresados por la realidad que los rodea, que la aceptan sin hacerse preguntas, que parecen no ver más allá de sus momentos de ocio. O que en la vida sólo aspiran a una plaza funcionarial, en sentido literal o figurado.
De la misma manera, y con todo el respeto a las opciones políticas de cada uno, debo confesar que hay una imagen de las pasadas elecciones que no me abandona. Un veinteañero que en la calle Génova se declaraba frente a los medios como “conservador y de derechas”. Desde mi concepción del mundo, toda una contradicción: ser joven y conservador.
Compromiso con el Sáhara
La marcha  frente al muro construido por Marruecos para aislar a los saharauis de su territorio originario, y que congregó a dos mil personas en el desierto, fue organizada por un grupo de jóvenes universitarios. Y la mayoría de quienes asistieron también lo eran.

Toda una muestra de compromiso por su parte que me ha ayudado a romper con cierta imagen de indiferencia y apatía que tenía de la gente de su edad.
Un compromiso que muchos de ellos han optado por perpetuar a través de una marcha que hoy tendrá lugar frente al ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.

Desde esta humilde tribuna, mi aplauso. Y a las siguientes iniciativas a las que están sumando su deseo de justicia y paz como cartas a los directores de periódicos y nuevas concentraciones para el futuro en favor de los presos saharauis en los territorios ocupados.
Actos de solidaridad que intentan recordar a nuestro gobierno progresista que, más allá de los intereses económicos y geoestratégicos, casi siempre tan conservadores, se debe colocar nuestra obligación moral hacia un pueblo en el que España está en deuda, y que lleva 33 años viviendo en medio de la nada.

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