Las comunidades pobres de Sudáfrica, que se han
visto perjudicadas y excluidas de la Copa del Mundo de la FIFA, no se
quedan de brazos cruzados y a partir de ayer celebran su propio Mundial
de fútbol en Ciudad del Cabo.
Mientras el gobierno sudafricano gastó millones de dólares en las
construcción y rehabilitación de estadios para la Copa de la FIFA, en
Sudáfrica millones de personas permanecen sin acceso a una vivienda,
agua potable y servicios básicos.

Esas mismas personas son las
que no podrán ver a sus ídolos y a los mejores equipos del mundo en
estadios como el moderno Soccer City o el Greenpoint de Ciudad del Cabo,
debido al costo de las entradas y las dificultades de transporte.
Además,
para ellos el mega evento de la FIFA tuvo un impacto negativo, ya que a
los ciudadanos pobres no se les permite comercializar en los
alrededores de los estadios o los puntos establecidos para los fans ni
en las áreas turísticas de la ciudad.
“Los pobres no solo fuimos
desalojados de nuestros espacios de comercio como consecuencia del
Mundial, sino que también de nuestras viviendas en el centro de Ciudad
del Cabo y los suburbios”, dijo a Télam Ashraf Cassiem, coordinador de
la Anti-Eviction Campaign (Campaña Antidesahucio de Cabo Occidental).
Según
el activista, en los últimos seis meses cientos de familias pobres
fueron desplazadas forzosamente de sus hogares a Blikkiesdorp, un pueblo
de chabolas a 16 kilómetros de Ciudad del Cabo, haciendo más difícil su
supervivencia, y alejándolos de la vista de los turistas.
Para
llamar la atención sobre todas estas problemáticas, la Anti-Eviction
Campaign, que aglutina a cientos de organizaciones y movimientos
sociales de Sudáfrica, decidió organizar su propio mundial de fútbol:
“La Copa del Mundo de los Pobres”.
El evento será accesible a
todo el mundo, por lo que los organizadores invitan a los vendedores
ambulantes de la zona –que sostienen a familias enteras desde la mal
llamada economía informal- y que fueron excluidos del evento de la FIFA a
llevar hasta allí sus productos.
Durante el torneo, que comenzó
ayer y se extenderá durante los próximos 4 domingos, 36 equipos de 40
diferentes comunidades pobres, como Guguletu, Michelle Plain, Athlone y
Delf, representarán a cada uno de los países que participan de la Copa
del Mundo oficial.
En la ceremonia inaugural, que tuvo lugar en
el campo de deportes Avondale, cerca del estadio Atholone de Ciudad del
Cabo, Martin Legassick, un activista local, y Michel Premo, un
reconocido defensor de los derechos humanos, recordaron al gobierno
sudafricano que la Copa de la FIFA “no beneficia a los pobres de
Sudáfrica”, quienes, una vez más, “se han visto marginados”.
Dieciséis
años después del fin del apartheid, millones de ciudadanos negros
siguen sin tener acceso a un trabajo, una vivienda digna, agua potable,
salud, educación y electricidad, subrayaron los representantes de la
sociedad civil.
Además, denunciaron la violencia policial que
están sufriendo los movimientos sociales que luchan en Sudáfrica por la
dignidad de los más desfavorecidos.
Tras los discursos, llegó el
turno del fútbol, el deporte más popular entre los pobres de la
mayoritaria población negra del país.