Las redes son de los que las habitan, y no de los que las explotan

Vivimos tiempos convulsos: la imposibilidad técnica de poner trabas a la copia y difusión de contenidos culturales ha provocado una devaluación de la propiedad intelectual, que puede ser aprovechada por las operadoras de telecomunicaciones para forzar a la industria del entretenimiento a vender a bajo precio sus activos. Muchos autores y artistas, desorientados, llevan años disparando contra su público, ignorantes de lo que se les viene encima.
Si queremos garantizar la libertad en las calles de la polis global, es necesaria una alianza histórica: la de los artistas y su público, ciudadanos todos, frente a cuantos pretendan apropiarse de nuestro único patrimonio: la inteligencia.
'Ley antidescargas', las espadas siguen en alto
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